Al día siguiente, en la misma escuela tranquila, el profesor de economía quiso mostrar el otro extremo.
“En clases anteriores, vimos el socialismo”, dijo.
“Hoy, hablemos del capitalismo, de la justicia del mérito. Aquí no habrá igualdad artificial; solo contará el esfuerzo. El trabajo será recompensado, la mediocridad condenada”. Se hizo un silencio denso.
Marie, vivaz y brillante, sintió que le hervía la sangre; quería ganar.
Lucas, tenaz pero común, sintió que la ansiedad se apoderaba de él.
Tom, soñador y distraído, bajó la cabeza; presentía su derrota.
La primera prueba fue un shock; los mejores estudiantes triunfaron, los demás cayeron.
La segunda prueba se convirtió en un circo. Algunos temblaron, otros se regocijaron.
La tercera prueba...
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